El lunes, un potente terremoto de magnitud 7,6 sacudió la costa occidental del centro de Japón, dejando al menos 50 personas muertas, según informes oficiales locales. La ciudad de Wajima, ubicada cerca del epicentro, ha sufrido un fuerte impacto, con el colapso de unos 25 edificios, la mayoría de ellos casas particulares. Se teme que varias personas estén atrapadas bajo los escombros, y los equipos de rescate trabajan arduamente para salvar vidas.
La dificultad de acceso complica las operaciones de rescate en la península de Noto
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció en una conferencia de prensa que asumirá personalmente el mando de la gestión del desastre. Sin embargo, la difícil accesibilidad en las áreas afectadas, especialmente en el norte de la península de Noto, está complicando las operaciones de rescate. Kishida movilizó a las Fuerzas de Autodefensa, la Guardia Costera de Japón, los bomberos y la policía para abordar la emergencia.
Evacuaciones y daños en la infraestructura
Alrededor de 32,000 personas han sido evacuadas en las prefecturas de Ishikawa, Toyama y áreas circundantes. El transporte aéreo y ferroviario local permanece suspendido, y decenas de miles de hogares se encuentran sin electricidad, principalmente en Ishikawa. A pesar de los temores de tsunamis, las subidas del nivel del mar no causaron daños significativos.
No se reportan daños a centrales nucleares, pero desafíos eléctricos
El portavoz gubernamental japonés, Yoshimasa Hayashi, aseguró que no se han reportado daños directos a las centrales nucleares del país, su punto más vulnerable ante los terremotos. Sin embargo, más de 33,000 hogares siguen sin electricidad, y las prefecturas de Ishikawa y Niigata experimentan cortes de gas y agua, junto con problemas de conexión en servicios de telefonía.
Japón, un país preparado para desastres naturales
El terremoto del lunes es el más mortífero en Japón desde abril de 2016. Aunque Japón es considerado el país más preparado para desastres naturales, este evento destaca la persistencia de desafíos en la gestión de emergencias y la importancia de la precaución ciudadana. La ley de construcción antisísmica de 1981 marcó un hito en los estándares del país, pero los terremotos siguen siendo un riesgo constante en la región.